miércoles, 16 de marzo de 2011

El espanto del Sombrerón














Recordado por los Tunjanos de antaño.





Según las tradiciones, aparece como un ser infernal







con un inmenso sombrero que corre por los caminos de






las veredas y las calles de Tunja, con paso ligero.
Persigue a los jovencitos y a los borrachos y le gusta hacer correr a las gentes, cuando pasa, deja fuertes vientos y huracanes.

El Farol de las Nieves





De luz amarillenta, recorría la ciudad de Tunja y sus


contornos. El Farol salía de la Iglesia de las Nieves,


suspendido en aire a una altura de diez metros, con rumbo


caprichoso, pero en busca de la plaza principal.
Se detenía en algunas casas cercanas a la Catedral de Tunja.

El Farol de las Nieves está relacionado con la leyenda de la Emparedada, una joven que recibió el castigo de su padre por buscar un matrimonio a disgusto y a escondidas.

Conocedor el padre de las intenciones de su hija, salió con un hachón o farol en su busca por la calle que va a la catedral y, al no poder convencerla, decidió emparedarla en una alacena.

Con el tiempo apareció el espanto del Farol de las Nieves en Tunja.

LA MANO PELUDA

Es un espanto que aparece en Boyacá en el Convento de los Agustinos en el desierto de la Candelaria y en algunas casas viejas y solariegas de Tunja.
Existe la creencia que en determinada habitación se aparece "la mano peluda" o "mano verde", que es muy velluda y con uñas grandes y puntiagudas.

Se presenta en noches oscuras y solitarias y se mueve por las ventanas y las paredes de la pieza.

EL PERRO DE SAN FRANCISCO

Cuentan las tradiciones tunjanas que al perro de San Francisco con sus cadenas infernales le gustaba entrar a las casas que quedaban con los portones abiertos; y mucho más le gustaba entrar a las casas en donde se estaban realizando velorios con rezos para los difuntos.

Por ello había tendencia a dejar cerradas todas las puertas y ventanas de las casas.

En el Templo y Convento de San Francisco existía también la leyenda del Toque de las Animas, según la cual salía un sacerdote misterioso con casulla roja y con vaso sagrado para decir misa en la madrugada.

Durante muchos años los legos franciscanos no iban al toque de las ánimas por miedo al espanto, hasta cuando uno de ellos se atrevió a ir al altar misterioso, quien según los franciscanos era un alma en pena y solicitaba oraciones para su salvación.

lunes, 14 de marzo de 2011

El Mito de Hunzahúa y el nacimiento del Pozo de Donato

De acuerdo con las tradiciones muiscas. el primer Zaque de Tunja fue HUNZAHÚA, quien se distinguió por su gobierno fuerte, el cual fue temido por ros súbditos.

Cuenta la tradición mitológica que Hunzahúa se enamoró de su hermana, haciéndose caso omiso del incesto, que era prohibido entre los Chibchas. Buscando algodón para las telas y arcilla para la cerámica, los hermanos viajaron a Chipatae en donde en arrebato de amor incestuoso se hicieron esposos.


La cacica madre al tener conocimiento del grave pecado de los dos hermanos, quiso castigar a su hija con la "sana" o sea el palo para revolver la chicha, pero la hija enamorada dio vueltas en torno a la vasija con gran facilidad.


En un arranque de ira, la cacica madre lanzó la sana y rompió la múcura llena de chicha, la cual se fue regando abundantemente para formar un gran pozo, el que es llamado actualmente en Tunja, "Pozo de Hunzahúa".


Cuando Hunzahúa bajó de los Cojines del Zaque, después de su ceremonia matinal en homenaje al Sol, encontró en su cercado la triste realidad de su pecado y en sus alrededores una muchedumbre que protestaba contra los incestuosos hermanos.


Los hermanos enamorados decidieron dejar definitivamente a Tunja y no sabiendo por dónde mejor guiarse, Hunzahúa arrojó una tiradera al aire que les señaló el camino hasta Susa. Allí la hermana incestuosa tuvo un niño que se convirtió en piedra y fue dejado en una cueva.


Siguiendo la guía de la tiradera llegaron a las tierras de Bacatá y pasaron por debajo del Salto del Tequendama, en donde cansados y desilusionados determinaron convertirse en dos piedras que hoy están en la mitad del río.

El Judio errante en Tunja

Según las tradiciones tunjanas, el Judío Errante Ahseverus hizo una visita a Tunja en los finales del siglo XVI. Este judío, carpintero de los tiempos de Jesús, gritó al nazareno en el camino del calvario: "anda", cuando éste quiso sentarse en una piedra.
El Maestro le dijo: "Anda tú, anda hasta que yo vuelva, hasta el fin de los tiempos". Y desde entonces, el judío errante anda por todo el mundo hasta la consumación de los siglos.

Cuenta la leyenda que el Judío errante viaja por todas las regiones de la tierra, desde la muerte de Jesucristo. No tiene necesidad de comer, ni de beber, ni tiene enfermedades, ni puede morir. Camina sin parar, pues cuando se detiene, parece que carbones encendidos le queman todo el cuerpo y por ello está en constante movimiento por todo el mundo.

Según la tradición tunjana, el Judío errante llegó a la ciudad colonial a mediados del siglo XVI, cuando tuvo su encuentro y diálogo con la escultura del judío de la iglesia de Santo Domingo, que sale en las procesiones de Semana Santa. Esta escultura fue esculpida en Tunja en el siglo XVI y a su alrededor existen numerosas leyendas: sus salidas a hurtadillas para recorrer las celdas de los dominicos, clavando con su mirada tenebrosa e infernal a quienes encontraba en su camino; sus salidas a diversos lugares de Tunja en noches oscuras y con luces misteriosas; y su estilo escabroso en las procesiones con el Jesús Nazareno.

El judío errante llego a la celda del Padre Luis en Tunja cuando en una Semana Santa todos los religiosos estaban en los oficios sagrados de la Iglesia. Este religioso estaba solo en el claustro cuando vio un cierto viajero vestido de manera extraña, quien caminaba como un autómata y muy cansado. Cuando el viajero se acercó al Padre, le dijo: ¿Tenéis la estatua de uno de los judíos que tomaron parte del martirio de Jesús, martirio en que tú no crees? El Padre Luis, abismado, encontró que el viajero tenía un vestido igual a la estatua del judío de Santo Domingo de Tunja, con un largo cayado y un sombrero de anchas alas.

El Padre Luis vio que el viajero se dirigió al judío de Santo Domingo, como un viejo amigo y le habló de su tierra. Y en el diálogo entre estatua y viajero, el Padre Luis escucho: "¿Me conoces?" iAhseverusl, exclamó la estatua. "El mismo soy" dijo el viajero errante. Desde los días en que Jerusalén presenció los suplicios de Jesús, no he cesado de andar y aún no estoy perdonado; mas espero. Después de un padecer como el mío, ¿qué otra cosa es posible sino la esperanza? La desesperación es solo propia de los transitorios dolores humanos". En dicho día se presentó una aguacero que oscureció el cielo de Tunja.

EL MONJE SIN CABEZA



En la aItiplanície cundiboyacense y màs específicamente en la ciudad de Tunja aparece el espanto del Monje sin cabeza o cura descabezado. Es un mito que viene desde la época colonial que aparece en las horas de la madrugada o en las noches curas y tenebrosas.

El Monje aparece casi siempre sin cabeza o con una calavera oculta entre su gran capuchón. En Tunja es tradicional el llamado “Espanto del Panóptico” que sale el dos de noviembre, a de los difuntos y los viernes santos. El Monje de Tunja iba cinto al lado; al verlo, encontraban una calavera bajo la capucha. El Monje salía de la antigua sacristía y recorría el corredor del Panóptico, hoy Claustro de San Agustín de Tunja; ;i alguien se interponía al monje, éste se abalanzaba sobre el atrevido y lo arrojaba con violencia al patio. 

Numerosos relatos existen sobre el Monje en Colombia, especialmente en las ciudades de espíritu colonial y de ambiente religioso. En Tunja las gentes recordaban que en varias casas coloniales aparecían los Monjes sin cabeza; algunos se asomaban a las ventanas y los escuchaban con pasos infernales en los zaguanes y en los patios. 

En las noches de esta fría ciudad la Leyenda del Monje descabezado, un Monje condenado a salir los viernes en horas avanzadas de la noche, desde la iglesia de su convento donde estaba encerrado, hasta el cementerio para orar en las tumbas de los difuntos que en vida le pagaron misas y no les cumplió, para alcanzar su perdón. En ciertas noches, el cura salía a rondar la ciudad y a espantar a los parranderos. 

El Espanto de la Fuente

Se trata de los quejidos y cantos de lavanderas que los tunjanos escuchaban en la Fuente Grande, en donde se recogía el agua para la ciudad. Durante varios siglos La Fuente Grande abasteció agua para Tunja (aún abastece a los barrios del Norte de la ciudad).
Las lavanderas bajaban a la Fuente Grande a lavar las ropas para sus clientes y en general para las familias tunjanas. 

Los chismes y los murmullos sobre los tunjanos salían de la Fuente Grande; por ello, con el tiempo en los alrededores de la Fuente se escuchan Murmullos, quejidos y cantos de multitud.

Cuentan las tradiciones que los indios Chibchas, cuando tenían graves problemas con los encomenderos españoles, secaban las fuentes de agua. 

En el año 1641 se secó la Fuente Grande; las gentes acusaron al mohán.

Camocha, brujo de los indios de Tunja, quien estaba indignado porque los españoles habían desnarigado a los indios ladrones. 

Ante la sequedad de Tunja por falta de agua, el indio Camocha ofreció el secreto del agua de la Fuente Grande, y siendo aceptada su intervención, el brujo en un tiempo de 15 días, hizo salir de nuevo el agua para los habitantes de Tunja.

Las autoridades españolas ajusticiaron a Camocha llevándolo a la horca, con este cartel colocado en el pecho del cadáver: "Las justicias de su Majestad Católica en el Nuevo Reino de Granada, no pueden permitir que en lo sucesivo alguien pueda privar impunemente de los beneficios de sus aguas a los habitantes de esta ciudad de Tunja".

Y cuentan que el espanto del brujo Camocha también se aparece en los alrededores de la Fuente Grande o Fuente de Aguayo.

En algunas casas coloniales de Tunja existen las consejas sobre las apariciones de monjes o frailes. Sienten y en algunos casos dicen que ven frailes corriendo en las piezas y corredores; se detienen en determinados sitios y dan golpes, con gran terror para quienes los escuchan. 

En algunas residencias coloniales, los tunjanos veían frailes asomados a las ventanas; en otras, insistiendo para que los sacaran de penas o descubrieran tesoros ocultos.

Mito de Chiminichagua o ser Supremo

En el principio del mundo todo estaba en tinieblas y solamente reinaba la luz de Chiminigagua. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzó al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo.

En el proceso de creación de todo lo existente en el universo, Chiminigagua señaló la importancia de adorar al solo Suhá y a su mujer y compañera Chía, o la luna. La adoración al sol y a la luna, para los Chibchas, era la adoración a Chiminigagua, el ser supremo.

Esta relación entre la creencia en Chiminigagua y el culto al sol existió en otros pueblos indígenas americanos. El ser supremo para los aztecas era Tloque Nahnque, el dios creador de todas las cosas, quien para la expresión del culto era el sol. Para los incas, Viracocha es el dios supremo, quien creó todas las cosas del universo, y su culto también está relacionado con el sol.

En la mayor parte de los pueblos del mundo, el sol ha sido objeto de culto y veneración y en general se encuentra en todas las mitologías. Entre los egipcios, los principales dioses solares fueron Horus, Ra y Atón; entre los persas Mitra; entre los pueblos mesopotámicos Sarnas; entre los griegos y romanos Helios, y en la India Surya. Entre los aztecas, el dios Quetzalcoátl representaba el sol naciente y Huitzilopochtli el sol brillante en su cenit; entre los pueblos mayas, el símbolo del sol era el dios Kinich Ahau, y entre los incas el dios Inti, símbolo del sol, fue el fundador de la dinastía de los incas.

Los chibchas dedicaron varios templos a la adoración del sol. Los más importantes fueron construidos en Sogamoso, "La Roma de los Chibchas", Guatavita, Bogotá y Guachetá. En Tunja el zaque Goranchacha construyó el Templo al Sol y a su honor los hunzas dedicaron los célebres "Cojines del Zaque", que son dos piedras en forma circular talladas en la misma roca. Todos los días, en las horas de la madrugada, el zaque de Tunja, con los sacerdotes y numerosos indígenas, se concentraba para adorar al sol y esperar su salida por el oriente. El zaque se arrodillaba en los cojines y oraba al sol en común unión con los jeques o sacerdotes y con las gentes devotas del astro-rey. Los indígenas oraban, cantaban, danzaban y en algunas oportunidades hacían los sacrificios de los Moxas, que eran niños de doce años a quienes se les sacaba el corazón como una ofrenda sagrada al sol.

Para los chibchas, y en general para los indígenas americanos, el 50/ era considerado como benefactor del hombre y dispensador de la fecundidad de la tierra. Los aborígenes americanos consagraron sus templos principales y adoratorios al sol, e hicieron sacrificios humanos en su honor.

Chiminigagua era un dios estático y sin figura corporal que estaba por encima de todas las deidades, pero a quien no se le rendía culto directamente,como a los dioses tutelares y protectores. Este culto se le rindió al sol, el dios de la luz y de la fertilidad de la tierra; por ello, algunos cronistas hablan del sol como el dios chibcha creador del universo; y en la misma forma, hablaron de los españoles que llegaron a América como "hijos del sol".

martes, 8 de marzo de 2011

LA LLORONA


Según las creencias populares, la llorona aparece como una mujer con rostro huesudo de calavera, ojos rojizos, cabellos desgreñados, con largas vestiduras, sucias y deshilachadas, llevando en sus brazos un niño muerto.
Se distingue por sus lloriqueos, angustiantes y profundos, y sus gritos y plañidos macabros.

Sale en Tunja por el Alto de San Lázaro y llega hasta la Fuente Grande y otros lugares de la ciudad, por todas partes profiere llantos desgarradores.

Se trata de un espíritu de mujer que mató a su niñito, y como castigo fue condenada a vivir llorando y con lamentos que provocan inmenso terror.


los campesinos y aldeanos, la Llorona aparece como una mujer con rostro huesudo de calavera, ojos rojizos, cabellos desgreñados, con largas vestiduras, sucias y deshilachadas, llevando en sus brazos un niño muerto. Se distingue por sus lloriqueos angustiantes y profundos y sus gritos macabros y plañideros. Sale por todas partes profiriendo llantos desgarradores. Se trata de un espíritu de mujer que mató a su niñito, y como castigo fue condenada a vivir llorando y con lamentos que provocan inmenso terror. Esta desconsolada mujer llora en las hondonadas de las quebradas, en las noches de plenilunio, en los cafetales, sementeras, en las riberas de los ríos y en la orilla de los montes; sus gritos lastimosos aparecen también en las aldeas perdidas de los Andes. Los campesinos creen que la Llorona sale en noches de luna; en algunos lugares de Antioquia la llaman “la María Pardo”. En la región de Pasto, es llamada Lo Tarumana, representada por una vieja arrugada, fea como el demonio que en vez de pies tiene casco de mula y las tetas tan alargadas que las carga sobre sus hombros; bajaba llorando en horas avanzadas de la noche por el río Egido; los pastusos creían que era un alma en pena por haber botado a la criatura que dio a luz sin ser casada, para tapar su vergüenza; y que este crimen lo estaba purgando no se sabe si hasta el fin del mundo6. En las tradiciones populares de Tunja, aparece un mito de la Llorona, en relación con la sombrerona. Los tunjanos veían a una mujer de elevada estatura y con un gran sombrero en la cabeza; escuchaban inicialmente cuando un niño lloraba acongojado y luego una mujer que lanzaba gritos desgarradores de llanto y desesperación. A veces veían también un esqueleto echando chispas por las cuencas de los ojos y fumando tabaco, con un fuerte olor a azufre. A la Llorona le gustaba fumar tabaco y pararse al pie de las ventanas en donde estuvieran tocando instrumentos de cuerda, especialmente requintos, tiples o guitarras. Los tunjanos creían que la Llorona era el espanto de una mujer embarazada que se suicidió de despecho amoroso y fue condenada a llorar eternamente por su pecado7. En algunas regiones del Tolima Grande representan a la Llorona como una mujer hermosa con una linda cabellera y llorando se acerca a los hombres. En los cementerios la ven con una vela en la mano y con llantos lastimeros grita: “Ay mis hijos... dónde estarán mis hijos...”. Es la imagen de la madre que llora eternamente la desdicha de la muerte de su hijo y con gritos desgarradores y amenazantes se culpa a sí misma8. En el Folclor español aparecé la Llorona como un mito popular generalizado en diversas regiones; presenta los mismos rasgos de la mujer desesperada que llora por su hijo muerto. En el folclor mexicano aparece la Llorona relacionada con la monja que tuvo su desliz sexual y se suicidó del arrepentimiento en una profunda cisterna, profiriendo gritos lastimosos y espantosos. En el Paraguay, el mito de la Llorona está relacionado con el ave urutaú, llamado también güemi-cué que siempre llora. Cada país y región va adaptando la narración